Acercamiento a la manifestación reino interno: “Del intelecto a la Intuición”

En estos prodigiosos tiempos, donde la humanidad comienza a hollar un sendero de plena conciencia, que la acerca cada vez de una forma más vertiginosa a Verdades y realidades que durante tanto tiempo han permanecido veladas, el conocimiento milenario de las tradiciones místicas más antiguas, se consolida como  herramienta fundamental e imprescindible para iluminar con sabiduría el conocimiento adquirido por estos tiempos de experiencias extraordinarias.

Durante estos tiempos de auto-conocimiento la búsqueda individual de Ser nos ha conducido a expresar y a manifestar en mayor o menor medida dones internos, que dormidos a la espera del vehículo de expresión perfecta, empiezan ahora a emerger, llenando nuestra realidad, de todo aquello que no hace tanto, catalogábamos como fantasias, ilusiones, o sueños.

El salto evolutivo que estamos experimentando mientras nuestros lazos se fortalecen creando un fuerte vínculo con realidades latentes que se sostienen en nuestra mente nacidas de un recién estrenado sentimiento de Unidad Universal, nos demuestran, poco a poco, paso a paso, que el terreno fue sembrado y que es momento de ser la lluvia, de ser la fuerza, de ser la luz, que de aliento y alimento a todo ese futuro glorioso, que nos acerca a convocar a nuestro alrededor el reino de Dios.

El gran paso consciente que debemos empezar a plasmar para facilitar la armoniosa entrada de la Luz como Gran Fuerza creadora de todo principio de equilibrio, es el desarrollo total de nuestra mente, permitiendo que a medida que crecemos en conocimiento y maestría, ésta vaya centrando toda su atención hacia un nuevo modelo de pensamiento, donde el conocimiento abstracto, el mundo sutil y desconocido de otras realidades y principios universales, pueda ser lentamente reconocido y manifestado a través de la Intuición (idioma universal del Alma).

El entrenamiento de la mente, a través de la meditación es un principio fundamental para estos tiempos ya que nos permite consolidar y desarrollar todas aquellas fuentes de iluminación que libres de las ataduras de la forma se expresan en nosotros como fuerzas creativas emergentes que a su vez, son parte indispensable de la nueva relación dévico-humana, donde la idea de “separación” lentamente se disipa, revelándonos espacios de creación mútua, que suceden en dimensiones de la conciencia donde la lógica y el intelecto no sirven.

Este es un interesante estracto del libro de Alice Bailey “Del Intelecto a la Intuición”, donde se encuentran algunos apuntes y pequeños conocimientos para empezar a familiarizarnos con el trabajo que debemos realizar, y que consolidará  los nuevos y recién descubiertos dones y talentos y cuyo magnífico vehículo de manifestación “la mente” debe desarrollarse para que así sea.

“(…)Los progresos de la evolución han producido una raza maravillosa, dotada de un mecanismo sensorio de respuesta y de una mente razonadora.

Poseemos los rudimen­tos de un sentido denominado intuición, y así equipados permane­cemos ante las puertas del porvenir y formulamos la pregunta: ¿A qué dedicaremos este mecanismo complejo que llamamos ser humano? ¿Hemos llegado a nuestro pleno desarrollo? ¿Existen aspectos de la vida que escaparon hasta ahora a nuestra atención, debido a quetenemos poderes latentes y capacidades que aún no comprendemos? ¿Es posible que estemos ciegos a un vasto mundo de vida y belleza, con leyes y fenómenos propios?  Los místicos, los videntes y los pensadores de todas las épocas y de ambos hemis­ferios, han afirmado que tal mundo existe(…)

“(…) Quizás sea verdad que el hombre recién está llegando a su mayoría de edad, y en vísperas de entrar en posesión de su herencia descubra dentro de sí mismo poderes, aptitudes, facultades y tendencias que garantizan una madurez útil, vital y una vida eterna.

Estamos finalizando la etapa en que dimos gran importancia al mecanismo y al conjunto de células que constituyen el cuerpo y el cerebro, con su reacción automática al placer, dolor y pensamiento. Sabemos mucho acerca del Hombre, la máquina.

Hemos contraído una gran deuda con la escuela mecanicista  de sicología, por sus descubrimientos sobre el mecanismo por el cual el ser humano se pone en contacto con su medio ambiente. Pero existen hombres entre nosotros que no son meras máquinas, lo que nos concede el derecho de medir nuestras máximas aptitudes y grandeza en potencia, com­parándolas con lo que han realizado los más grandes hombres, los cuales no son “rarezas” del capricho divino ni de los ciegos impul­sos evolutivos,  sino la garantía de la realización final del conjunto.

Es interesante lo que el Dr. C. Lloyd Morgan11 dijo acerca de la palabra sobrenatural en las conferencias de Gifford de 1923 y en el Prefacio de su libro:

“Acepto que existe un sentido inteligible del cual puede decirse que en la jerarquía ascendente de las etapas de progreso, consideradas como manifestaciones del propósito divino, cada etapa superior es, a su vez, sobrenatural para la precedente.

En este sentido la vida es sobrenatural para lo inorgánico; la comprensión reflexiva es sobrenatural para la mera percepción irreflexiva; la actitud reli­giosa, que acepta el propósito divino, es sobrenatural para la actitud ética en los asuntos sociales. Para quienes alcanzan esta etapa más elevada, según se la considera, la actitud religiosa ofrece el ejem­plar supremo de lo sobrenatural. Es lo que distingue al hombre es­piritual”.

(…)

“(…)El problema que hoy enfrenta la familia humana, en el campo de la ciencia y de la religión,se debe a que quien sigue a ambas, descubre que se halla en el portal de un mundo metafísico.

Ha llegado a su fin un ciclo de desenvolvimiento. El hombre como entidad pensante y sensoria parece haber llegado a una comprensión, bastante completa, del instrumento con el cual debe trabajar.

Y se pregunta: ¿En qué podrá emplearlo? ¿Adónde lo conducirá esa mente que poco a poco está aprendiendo a dominar?

¿Qué le tiene reservado el futuro al hombre? Algo que sentimos de mayor belleza y certidumbre que lo conocido hasta ahora.

Quizá llegaremos universalmente a ese conocimiento que el mís­tico individual ha obtenido. Nuestros oídos se ensordecen por el ruido de nuestra civilización moderna y, no obstante,captamos a veces sobretonos  que testimonian la existencia de un mundo inmaterial.

Nuestros ojos están cegados por la niebla y el humo de nuestro primer plano inmediato, no obstante llegan destellos de clara visión, que revelan un estado del ser más sutil y disipan la niebla, permitiendo ver “la gloria que jamás existió en mar o tierra”.

(…)

“La experiencia al principio es tentadora e ilusionante. Se per­cibe el rumor de un mundo nuevo y el espíritu ansía emprender el viaje sobre mares desconocidos. El mundo familiar debe dejarse atrás. Comienza la gran aventura religiosa. . . “(…)

El mecanismo pensante involucra la meditación y debe entrenarse para agregar, a la primera función de la mente, la aptitud de ir hacia otra dirección y registrar con igual facilidad el mundo interno e intangible. Esta aptitud reorientadora  permitirá a la mente registrar el mundo de realidades sub­jetivas, de percepción intuitiva y de ideas abstractas.”(…)

(…)”En alguna parte existe una certidumbre.

Un universo en desa­rrollo puede proporcionar un abierto porvenir, pero quien afirme que el universo está en desarrollo, afirmará un hecho inalterable acerca de su propia estructura, cuya realidad es la eterna garantía de la posibilidad y de la validez del experimento…”

(…)

“Posiblemente el problema consiste en que los portales del porvenir se abren sobre un mundo inmaterial y un reino intangible, metafísico y supersensorio.”

El hombre es un puente. Aun el superhombre, cuando nos demos cuenta que es sólo el símbolo de un arduo ideal, resultara ser también un puente. Nuestra única seguridad reside en que las puertas del futuro están siempre abiertas.”

(…)

“El esfuerzo es hacia una nueva actitud, porque creo que es lo que emerge. De allí que se hable de una nueva ‘visión’, de un nuevo ‘corazón’ capaz de sentir una forma de gozo más elevada e intensa”.

Anabel.C.Huertas

Fuente: “Del Intelecto a la Intuición” Khul-Bailey

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